Oligarquía

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Oligarquías en el Poder en el Siglo XIX

Junto con las economías exportadoras llegaron las transiciones políticas. El aumento de los ingresos que proporcionó el floreciente comercio permitió a las élites consolidar sistemas políticos más ordenados en algunos países. Sin embargo, en otros continuaron los disturbios políticos; Colombia, por ejemplo, experimentó una serie de guerras civiles hacia finales del siglo XIX.

En toda la región, los grupos vinculados a las economías de exportación llegaron a dominar la política en esta época. En 1871, los liberales guatemaltecos vinculados al creciente sector cafetero derrocaron el régimen conservador que había controlado el país desde 1838. Los años 1876-1911 en México, por su parte, marcaron el férreo gobierno de Porfirio Díaz, que comenzó su carrera como liberal luchando bajo la bandera de la elección para un solo mandato y terminó como un dictador que habitualmente manipulaba las estructuras políticas de su país para asegurar que él y sus aliados permanecieran en el poder. Ese régimen, conocido como el Porfiriato, fue un ejemplo particularmente claro de los vínculos de los regímenes de finales del siglo XIX con el nuevo orden económico. El gobierno de Díaz, al igual que otras dictaduras progresistas de América Latina, trabajó para promover la construcción de ferrocarriles, para obligar a los campesinos e indígenas reacios a trabajar en las fincas rurales, para reprimir la organización popular y para beneficiar de otras maneras a las élites dominantes. Mediante estas iniciativas, los gobiernos de la época se apartaron de los principios liberales puros, según los cuales el mercado es el único que determina la forma y la naturaleza del cambio económico. En muchos países, los grupos gobernantes comenzaron a adoptar las ideas del positivismo, una ideología que hacía hincapié en el análisis científico de la historia humana y en los esfuerzos por acelerar el progreso. En Brasil, la vieja república descentralizada, dominada por las élites rurales, sustituyó a la monarquía constitucional en 1889 y adoptó como lema el eslogan positivista “Ordem e progresso” (“Orden y progreso”). Esa frase resumía lo que los grupos dirigentes de Brasil y de toda América Latina buscaban en la época de madurez de la transformación orientada a la exportación: el mantenimiento de las jerarquías que dominaban y la consecución de la prosperidad y de una “civilización” que representara una aproximación a los modelos del Atlántico Norte. Así, tanto las repúblicas oligárquicas como las dictaduras liberales evolucionaron como parte del nuevo orden del período 1870-1910.

Revisor de hechos: Conrad

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Notas y Referencias

Véase También

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