Historia del Siglo XX

Historia del Siglo XX

El Período Postcolonial

Nota: véase la información sobre el Período Postcolonial de Guatemala.

En 1898, Manuel Estrada Cabrera se convirtió en presidente provisional, regularizó su situación mediante una elección y, mediante repetidas reelecciones, se mantuvo en el poder hasta que los líderes del opositor Partido Unionista le obligaron a abandonar el cargo haciendo que la asamblea lo declarara demente (1920). Durante su largo mandato, Estrada Cabrera impulsó el desarrollo económico y el progreso en la línea establecida por Barrios. Alentó mejoras en la agricultura, hizo concesiones a la United Fruit Company (propiedad de empresarios estadounidenses), continuó construyendo carreteras y apoyó la construcción de ferrocarriles, viendo la finalización del ferrocarril al Atlántico. Se mejoraron las condiciones sanitarias y se estimuló la educación. Estrada Cabrera persiguió a los opositores políticos, desconoció los derechos individuales, amordazó a la prensa y se deshizo sumariamente de sus enemigos.

Tras la caída de Estrada Cabrera, la presidencia fue ocupada por una serie de gobernantes de corta duración que siguieron gobernando en nombre de la élite cafetera. Tras un golpe militar en 1931, el general Jorge Ubico fue elegido presidente sin oposición y comenzó la cuarta de las dictaduras prolongadas de Guatemala.

Guatemala de 1931 a 1954

Ubico hizo hincapié en el desarrollo económico y, en particular, en la mejora y diversificación de la agricultura y la construcción de carreteras. Equilibró el presupuesto nacional y transformó un déficit en un superávit. Su política paternalista hacia los indios le convirtió en su mecenas, aunque su ley de vagancia (1934) hizo que los trabajadores, especialmente los indios, fueran sometidos a periodos de trabajo forzado en épocas críticas. Durante sus giras en moto por el país o en su despacho, escuchaba sus quejas e impartía “justicia” inmediata. Esta relación engañó a Ubico (llamado Tata, “Padre”) al afirmar que Guatemala ya no tenía un problema de indios.

La administración de Ubico dramatizó el grado en que el pensamiento liberal había perdido su idealismo y se preocupaba principalmente por el progreso material. Los nuevos grupos socioeconómicos no encontraban estímulo ni esperanza en el materialismo lúgubre y la represión militar que habían llegado a caracterizar a los regímenes liberales, y estas fuentes potenciales de oposición se unieron al creciente desprecio mostrado por los derechos y libertades individuales. El descontento se vio incrementado por el descalabro económico durante la Segunda Guerra Mundial. En diciembre de 1941, con la presión y las promesas de ayuda económica de Estados Unidos, el gobierno de Ubico declaró la guerra a Japón, Alemania e Italia.

En junio de 1944, una huelga general obligó a Ubico a dimitir, dejando el gobierno en manos de una junta militar partidaria del cambio. Se permitió que los trabajadores se organizaran, se formaron partidos políticos y se inició una campaña electoral para la presidencia, en la que Juan José Arévalo pronto se convirtió en el candidato más popular. El general Federico Ponce Vaides, jefe del gobierno provisional, fue depuesto el 20 de octubre de 1944 por un levantamiento popular, y una junta revolucionaria presidió la redacción de una nueva constitución y la campaña electoral, que ganó Arévalo. El gobierno de Arévalo intentó consolidar la revolución social implícita en el levantamiento de octubre. Se promulgó un código laboral favorable y se inauguró un sistema de seguridad social que prometía la ampliación progresiva de las prestaciones. Siguiendo el ejemplo de México y su movimiento indigenista (indigenismo), Arévalo tomó medidas adicionales para apoyar a los indios guatemaltecos, lo que incluyó animar a los líderes indígenas a organizarse en ligas campesinas para defender sus intereses. Arévalo también presionó en la cuestión de la frontera de Belice con Gran Bretaña, sometió a las empresas extranjeras a regulación e intentó garantizar a los trabajadores guatemaltecos mayores beneficios. Así, el régimen de Arévalo transfirió el poder político de los militares a un grupo popular, del que los trabajadores organizados eran el elemento más importante.

La falta de liderazgo de las bases permitió a los comunistas guatemaltecos organizar el movimiento obrero y utilizarlo para sus propios fines. Arévalo no era amigo de sus actividades, pero su inclinación nacionalista les dio la oportunidad de establecerse como sus partidarios más entusiastas y fiables.

Jacobo Arbenz, un oficial militar que recibió el apoyo comunista, fue elegido para suceder a Arévalo y asumió el cargo en marzo de 1951. Arbenz hizo de la reforma agraria el proyecto central de su administración, marcando un giro a la izquierda política. El Congreso Nacional aprobó una medida que preveía la expropiación de las porciones de tierra no utilizadas que superaran una superficie determinada y la distribución de la tierra entre los campesinos sin tierra.

La reforma agraria, que tuvo un fuerte impacto en la United Fruit Company, de propiedad estadounidense, y el crecimiento de la influencia comunista se convirtieron en los temas más problemáticos del régimen de Arbenz. La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) comenzó a hacer esfuerzos para desestabilizar el régimen y reclutó una fuerza de exiliados guatemaltecos en Honduras, que estaba dirigida por el exiliado coronel Carlos Castillo Armas. Cuando comenzó la invasión en junio de 1954, Arbenz se vio obligado a dimitir.

Años de guerra civil

Castillo Armas salió de la junta militar resultante como presidente provisional, y un plebiscito hizo oficial su estatus. Extirpó la influencia comunista, aplastó la reforma agraria y quebró los sindicatos de trabajadores y campesinos con considerable violencia, pero él mismo fue abatido por la bala de un asesino en julio de 1957. Durante los nueve años siguientes, los militares gobernaron con escaso respeto por el Congreso o las elecciones. Véase la información sobre la guerra civil.

Hacia la paz

En el ámbito internacional, Guatemala se esfuerza por calmar las relaciones con su vecino Belice y promover el fin pacífico de la guerra entre el gobierno sandinista de Nicaragua y sus oponentes, los Contras, con base en Honduras. En septiembre de 1991, Guatemala abandonó sus pretensiones de soberanía sobre Belice y ambos países establecieron relaciones diplomáticas. Desde la declaración de independencia de Belice en 1981, la mayoría de los países han acogido a Belice en la comunidad internacional de naciones. El presidente Cerezo cooperó con el plan de paz centroamericano propuesto por el presidente Óscar Arias Sánchez de Costa Rica. El plan fue aceptado por los cinco presidentes centroamericanos en una cumbre celebrada en Esquipulas (Guatemala) en 1987. El plan pedía a todos los gobiernos centroamericanos que negociaran con los insurgentes locales e inauguraran una política de conciliación nacional y democracia.

El papel de Cerezo en el acuerdo de Esquipulas presionó a su propio gobierno y a los siguientes para que dialogaran con los insurgentes en lugar de emprender una política de represión. La presión adicional vino de una fuente poco probable, una mujer quiché llamada Rigoberta Menchú, cuyo padre había sido asesinado en la campaña de la guerrilla contra el gobierno de Guatemala. Su campaña en favor de la reconciliación y de los derechos de los pueblos indígenas y de las mujeres le valió el Premio Nobel de la Paz en 1992. El reconocimiento internacional de los esfuerzos de Menchú fue un factor importante para convencer a los líderes guatemaltecos de que pusieran fin a la violencia en su país. Miles de refugiados de México, liderados por Menchú, comenzaron a regresar en 1993. Pero harían falta años y la intervención de las Naciones Unidas (ONU) antes de que los rebeldes y el gobierno pudieran llegar a un acuerdo.

Jorge Serrano Elías fue elegido presidente en enero de 1991, pero fue obligado a abandonar el cargo en junio de 1993 tras intentar asumir poderes dictatoriales; su mandato fue completado por Ramiro de Léon Carpio. Álvaro Arzú Irigoyen ganó la presidencia en una segunda vuelta electoral en enero de 1996 y continuó las negociaciones iniciadas por Serrano con la URNG para poner fin a los combates. El alto el fuego entre el gobierno y la URNG en marzo de 1996 fue seguido en diciembre por un acuerdo que ponía fin a una guerra civil de 36 años que había costado la vida a más de 200.000 ciudadanos.

La aplicación del acuerdo de paz resultó difícil. Los esfuerzos de la Comisión de la Verdad patrocinada por la ONU, que siguió el modelo de comisiones similares en Sudáfrica y El Salvador, descubrieron que el ejército era responsable de la gran mayoría de los abusos contra los derechos humanos. Los pueblos indígenas fueron los que más sufrieron, y la reparación de estos agravios fue un componente importante de los acuerdos de paz de 1996.

Revisor de hechos: Conrad

Recursos

Notas y Referencias

Véase También

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