Guatemala es un país poco desarrollado que depende en gran medida de cultivos comerciales tradicionales como el café, el azúcar y el plátano como base de su economía de mercado. Al vigoroso crecimiento económico de los años sesenta y setenta siguió, como en la mayor parte de América Latina, un endeudamiento nacional y unas tasas de crecimiento económico bajas o negativas en los años ochenta. Aunque el retorno del control civil nominal a finales de los años 80 ayudó a mejorar la inversión extranjera, el turismo y la economía en general, las balanzas comerciales negativas y el endeudamiento exterior siguieron obstaculizando la economía. El gobierno ha intentado revitalizar la economía fomentando la diversificación y la expansión de las exportaciones no tradicionales, como las flores cortadas y los guisantes de nieve, y se han establecido zonas de libre comercio y plantas de montaje para fomentar la expansión y la descentralización de la fabricación. A principios del siglo XXI, más de la mitad de la ciudadanía vivía por debajo del umbral de la pobreza. Las remesas de los guatemaltecos que viven en el extranjero representan una fuente de ingresos externos mayor que las exportaciones y el turismo juntos.